30.9.11

Mujeres desesperadas 8x1: pretty liars

Pretty Little Liars en Wisteria Lane?

Como si las Pretty Little Liars se hubieran hecho adultas. El primer episodio de la octava (y última) temporada de Mujeres desesperadas arranca con un pacto de silencio (tras el final apoteósico de la séptima) y acaba con una nota de amenaza de alguien desconocido (¿otra A?). Me encanta esta serie, las voy a echar mucho de menos. Los guionistas han estado sembrados en este episodio, saltando de cama en cama, viendo cómo se despiertan tras sus pesadillas estas criminales del siglo XXI. Y mostrando un escote tras otro (¿las pagarán más por esto?).


Especialmente me ha sorprendido Eva Longoria: he llorado de la risa cuando Gaby masca tabaco con todo el asco del mundo. Esta secuencia del coche o la del confesionario es de lo mejor que he visto en comedia ultimamente. Bromas políticamente incorrectas. Es lesbiana porque usa colonia de hombre, se le oye decir a Bree, y a Gaby, que conducía mejor borracha. Además de las amenazas y chantajes que nos podemos encontrar en esta temporada, se abre otro abanico de posibilidades. Si algo me sorprende de Wisteria Lane es que allí nadie descansa. Un nuevo vecino cañón no le sigue el rollo sexual a Renée, es más la vacila. ¡¿Por qué?! ¿Será capaz Susan, la bocachancla, de no contarle nada a su fontanero? ¿Qué pasará con los Scavo ahora que ya han confesado a sus hijos que se divorcian? ¿Cómo descubrirá el pastel el amante detective de Bree? Porque lo hará... Un episodio espiritual en el que hemos oído hablar de arrepentimiento, confesiones y hasta de absoluciones.

Momento puyazo: Gaby “le confiesa” al cura novato y más gossip de la congregación que se acostó con dos chicas en la Uni. Y salta el tío: “¡Este trabajo mola!”.

La frase (Gaby, one more time): “Desde que atrapamos a Bin Laden, puedes dar una vuelta en el avión siempre que quieras”.

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