2.8.13

Mi entrevista a Robert Redford: Sundance Channel, El gran Gatsby y su pasado televisivo "¿Twitter, Facebook? Nada. Mejor las señales de humo"

Entrevisté a Robert Redford a principios de año en un lujoso hotel de la capital en el que ese día también se hospedaba algún presidente. Era tal la seguridad que uno de los dos ascensores estaba ocupado por un tipo de seguridad para el uso privado del político. Redford vino a Madrid (por la mañana, tras una rueda de prensa a la que también asistí, fue de incógnito al Museo del Prado) a presentar de forma oficial su canal de televisión Sundance Channel y pude entrevistarle en persona, una de las cosas que más ilusión me han hecho en toda mi carrera profesional. Robert Redford es uno de los mitos vivientes de Hollywood y fue un honor tener una pequeña charla con él. Es un tipo ya mayor, pero el que tuvo retuvo. Muy seductor y simpático, aunque no es la alegría de la huerta, para qué engañarnos, y con el discurso bien aprendido, de ideas claras, obviamente. Siempre ha mantenido cierta distancia, algunos le han tachado incluso de cierta altanería, pero creo que su actitud es la de una persona que ha corrido mucho, demasiadas veces a contracorriente, y no siempre con los resultados positivos que a él le hubieran gustado conseguir. Aunque no está de acuerdo con la maquinaria de Hollywood, ahora tiene nuevos proyectos más cercanos a las grandes producciones de las que tanto huye. Pero en Sundance Channel sí sigue apostando (junto al Festival) por el cine independiente y comprometido.


Cuando hice esta entrevista aún no se había estrenado el remake de El gran Gatsby. El actor fue bastante sincero al afirmar que, aunque no le importaba, no entendía por qué hacían un remake de la película cuando había tanto nuevo y original por contar. En otras entrevistas posteriores no se mojó tanto y ha afirmado en general que no le disgustaba el remake. Cuando me quedaban unos minutos para acabar su jefa de prensa, muy tajante, me dijo que era la última pregunta. Le comenté que necesitaba hacer una y media. El actor se partió de la risa al ver la cara de póker de su ayudante. Cuando acabamos le pedí hacerme una foto con él (lo que siempre hago con todas las celebs que he entrevistado). Corriendo esta persona comentó "no me gusta", pero Redford me miró y dijo que encantado, no problem. A veces (por no decir la mayoría de las veces) los actores no tienen ningún inconveniente en hacerse la foto o firmar autógrafos, es el séquito que los rodea los que los hacen parecer unos bordes. 

Su pasado televisivo
(la mayoría de sus apariciones están en YouTube)

Robert Redford (California, 1936) se curtió en TV. Sólo entre 1960 y 1963 –hasta que protagonizó La rebelde, con Natalie Wood, por la que ganó el Globo de Oro a actor revelación– participó en 24 series y dos TV movies. Atleta y con aptitudes artísticas, obtuvo una beca de baloncesto para la Universidad, pero al año lo dejó y viajó por Europa. Se mudaría a Nueva York, ingresando en la Escuela de Arte Dramático. Debutó en Maverick, con James Garner, como un vaquero al que los indios han cortado la mano y lleva una prótesis (de ahí el título del episodio, Iron Hand). Volvió al western en varias ocasiones: El representante de la ley, con Henry Fonda, o Tate, en cuyo episodio Leonard Nimoy encarnaba a un indio. Tal vez cambió el rumbo de su carrera al rechazar protagonizar El virginiano en 1961 –con la que tendría que haberse atado cinco años– y en la que aparece en un episodio de 1963. Además del Lejano Oeste, el actor participó en un puñado de thrillers policiacos donde siguió sin soltar la pistola, como Rescue 8, donde interpretó a un teniente de policía; La nueva generación, con el policía Leslie Nielsen, y la popular Los intocables, que seguía los pasos del equipo de Eliot Ness. También apareció en Doctor Kildare, con el médico Richard Chamberlain, y en Los defensores, serie de abogados, que sería su última actuación para televisión en 1964.
La dimensión desconocida.
Mención aparte merecen sus cameos en series de suspense como Alfred Hitchcock presenta…; La hora de Alfred Hitchcock; Dimensión desconocida y Perry Mason (Raymond Burr llegaría a comentar: “De todos los actores fue el que más destacó”). Aunque no conocería a Paul Newman hasta Dos hombres y un destino, ambos actores participaron, en diferentes episodios, en Playhouse 90, en la que Redford coincidió con Charles Laughton. Años más tarde, Redford entrevistaría a su amigo de más de 40 años en el programa de Sundance Channel, Iconoclasts (2005-10).

En cuanto a películas para televisión, destaca la aplaudida The Iceman Cometh, dirigida por Sidney Lumet, en la que se esforzó por hacer creíble a un judío loco. De su etapa televisiva surgen inesperadas pinceladas como director. Debutó con Gente corriente (1980), con la que ganó el Oscar, protagonizada por Timothy Hutton, Mary Tyler Moore y Judd Hirsch, populares rostros televisivos, y le metió mano al medio en El dilema (1994), con la que sería nominado al Oscar. En 1996 creó Sundance Channel, que se lanzó a nivel internacional en 2009, y que se puede ver en España desde hace un año. Y en 2012 Sundance Entertainment, compañía de producción televisiva, cuyo primer proyecto será un reportaje sobre Todos los hombres del presidente, que estrenó en junio.    

El golpe.

Entrevista [publicada en la revista Cinemanía]

+Estás en Madrid presentando tu canal de televisión, Sundance Channel, que emitirá en enero (18-27) la programación del Festival de Cine de Sundance que en 2013 cumple 30 años. Tú que sigues apostando por el cine independiente, ¿cómo lo ves? ¿Qué consejos le darías a un joven director?
Creo en el cine independiente, en crear opciones. Son momentos difíciles, pero siempre hay que hacer algo nuevo. Mi primer consejo para un debutante es que se inscriba en el Laboratorio de Guiones de Sundance [risas]. Es una broma. Creo que si quieres empezar algo debes ir a una comunidad donde haya gente que tenga experiencia. Y no me refiero a una escuela con formación reglada. Estar un tiempo, no demasiado, porque tienes que mantener tu propia independencia e integridad, tu propia manera de narrar las cosas. No verte demasiado influido por otros.

+En 2012 inauguraste el Festival de Sundance de Londres. ¿Por qué no lo hiciste aquí en España?
[risas] ¡Estoy aquí! Fíjate, con 19 años, cuando me buscaba la vida como artista, estuve en Mallorca, a mediados de los 60. No sabía aún si quería ser actor. Luego, volví con mi familia y estuve viviendo unos siete meses en Málaga, en Mijas. A España me une un sentimiento personal muy fuerte.


+¿Ganar un Oscar como director por Gente corriente (1980) y no como actor condicionó tu carrera? ¿Qué significó para ti ganar este premio?
No sé qué pensar. Cuando te dan un premio lógicamente te sientes halagado porque es un honor. Pero también me pone nervioso porque… [hace una larga pausa] el éxito tiene una cara oscura. Creo que mi vida ha sido muy difícil después de que me dieran ese Oscar. Ese premio fue a una película muy determinada. Pero en mi siguiente película [Un lugar llamado Milagro, 1988] quería hacer algo diferente, producir una película que fuera una metáfora espiritual. Pero no se recibió bien porque mucha gente, los críticos, esperaban algo parecido a la película por la que me habían premiado. Sentí que me habían intentado encasillar con el Oscar.

+Y el Oscar honorífico en 2002, ¿cómo se toma alguien que sigue en activo un premio como éste?
[el actor, confuso, parece no entender la pregunta, al insistir un par de veces, responde tajante] No lo quise. Les di las gracias pero les dije: ‘Désenlo a Sidney Poitier o a otra persona, no creo que me lo merezca’. Me hizo sentirme como si hubiese terminado de hacer algo y no he terminado de hacerlo. Me dijeron que sería como un insulto no aceptarlo…

Dos hombres y un destino.

+Los premios, la fama… ¿cuándo te diste cuenta de que te habías hecho famoso?
Uyyy [risas]. ¡Ahora mismo, aquí contigo! [risas]. No, es broma.  Después de Dos hombres y un destino. La reacción a la película fue tan fuerte que, de pronto, tuve que dejar de salir. Ahí me di cuenta realmente de que me había hecho famoso y de lo que era la fama.


+Apoyas el cine independiente porque es creativo, y aunque dices entender el cine mainstream, ¿qué piensas en concreto de la nueva versión de El gran Gatsby, protagonizada por Leonardo DiCaprio?
Si quieren hacer otra película por mí estupendo, yo ya he hecho lo mío. No me importa, me da igual. La verdad es que no tengo nada en contra de las grandes producciones de Hollywood porque todo forma parte de la misma industria… [silencio]. Pero sí me parece algo negativo hacer un remake, con tantas historias nuevas y originales que contar… La nueva versión de El gran Gatsby es algo que me entristece.

+Siendo éste uno de tus personajes más importantes y uno de los iconos de la historia del cine, ¿te pidieron tu opinión al respecto?
No, nadie me ha preguntado nada.  Puede que tengan su propia versión independiente y no necesiten mi punto de vista. Necesitarían la del escritor, pero está muerto, con lo cual tienen la libertad de hacer lo que quieran. No creo que me necesiten para nada. Además, creo que Leonardo [DiCaprio] es un buen actor. Pero una vez más, ¿por qué no hacer algo nuevo?

Descalzos por el parque.

+¿Qué crees que es lo peor de este negocio?
[largo silencio] Lo peor de este negocio es cuando dependes demasiado del dinero.

+¿De qué tres cosas te sientes más orgulloso?
[silencio, enumera con la mano] De tener una familia, hijos. De tener una carrera, haber encontrado el centro de mi vida, siendo actor. Aunque tardé en hacerlo, tuve suerte… Y la libertad que tengo.

Y, ¿de qué te arrepientes?
[silencio] ¿Algo de lo que me arrepienta? [risas] La verdad es que no tenemos tanto tiempo. Hay cosas que tendría que haber hecho, pero no siento que haya dejado de hacer cosas. Son las menos. Creo que me arrepiento más de las cosas que he hecho mal, porque algunas fueron absurdas e, incluso, ilegales.

+¿Mantienes contacto con otros actores y amigos en Hollywood o vives apartado en las montañas?
No llevo una vida solitaria, me gusta mi intimidad, por supuesto, pero no vivo en Hollywood. Tengo amigos en Nueva York y en otra partes del mundo. Pero, ¿sabes? crecí en Los Ángeles y ya no es la ciudad que yo recuerdo de niño. Ahora es un lugar triste. Los Ángeles era una ciudad preciosa, justo después de la Segunda Guerra Mundial, con la atmósfera y el agua limpias. Había enormes espacios verdes y podías sentir el peso de la Historia. Y de pronto [chasquea los dedos] todo cambió. La contaminación, los rascacielos, la superpoblación… lo empezó a invadir todo. Y lo que me gustaba comenzó a desaparecer. 

¿También para ser un artista?
El ambiente de Los Ángeles es tóxico. Si quieres ser un artista es más difícil estar en una ciudad con esa competencia, donde se insiste tanto en la apariencia física y hay esa falta de sinceridad. En Los Ángeles tengo una oficina por mantener algún vínculo, pero no es un lugar en el que me sienta cómodo [silencio]. No me gusta Los Ángeles, no.

Todos los hombres del presidente.

El primer proyecto de tu productora de televisión Sundance Entertainment es un reportaje sobre Todos los hombres del presidente (1976)…
El canal Discovery Channel me pidió reunir de nuevo a los que nos implicamos en el proyecto. La idea es ver cómo es el periodismo hoy en comparación con lo que fue en aquel momento, analizar la película desde la perspectiva contemporánea. Puedes ver lo mucho que ha cambiado el periodismo en los últimos 40 años, de una forma drástica, y, sobre todo, por internet. Preguntarme si es algo que sólo pudo ocurrir en ese momento o es algo que podría volver a pasar. Será el espectador el que lo decida. Se estrena en junio.

¿Qué te mantiene vivo, qué te motiva?
Las entrevistas de prensa [risas]. En serio, es el proceso creativo, mantener la curiosidad, prestar la atención a la vida que te rodea. No me refiero al ordenador, sino a las personas que te rodean. Eso me hace seguir adelante porque después de eso saldrá una historia. Y todavía el poder mantener actividad física, esquiar, montar a caballo…

¿Así que de nuevas tecnologías como Twitter, Facebook… nada de nada?
Nada de eso. Ni Twitter, ni Facebook, ni ordenadores. ¡No! Nada de nada. Mejor las señales de humo.

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