Sólo un apunte sobre esta precuela de El silencio de los corderos, por la gloria de mi madre. Te esperas una historia psicológica, llena de oscuridades y recovecos monstruosos, y todo se reduce a una venganza de Hannibal Lecter contra aquellos que se comieron a su hermana Mischa, la única superviviente de su familia. No es que se vea todos los días (que se coman a la hermana de uno) pero toda una película sobre lo mismo, la caza de los autores, aburre y más cuando te esperas más intrahistorias, como ocurre en El perfume, sin ir más lejos. Un bodrio. Y el chico me recordaba por momentos al Petrelli pequeño de Héroes.
Luego vino algo menos peor pero igual de malo: Hollywoodland. ¿Nadie se pregunta qué coño hace Ben Affleck haciendo cine? Es que cuando le veo me da igual, me corta el rollo. En esta peli sobre el suicidio de George Reeves, el Superman más famoso de la tele, se crea un misterio que no existe. ¿Se suicidó? ¿lo mató el marido de su amante? ¿lo mató su novia? Y llega un momento que te da igual quien lo matase porque el personaje, tal y como te lo pinta la peli, era como para matarlo. Pero quedan dos grandes escenas para la posteridad:
Affleck en mallas (no, lo que se marca no es de él).
El fotomontaje con Burt Lancaster en la peli De quí a la eternidad.
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